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jueves, 3 de febrero de 2011

Es la templanza con la que contemplo mi presente

La esperanza indiscutida que avanza y hace camino para llegar al objetivo, cuando florece una nueva, un nuevo sendero una nueva luz y también caigo y me desgarro y sangro, sangro por las heridas profundas de mi vida, las maduras cesan de a poco y las frescas brotan como lágrimas de desesperado, sigo sangrando y caigo, el vacío sin fin que aumenta la angustia y siento que nada puede ser peor y caigo pero ya no siento, ya no fluye el dolor me anestesio y me duermo. Construyo puentes y escaleras, trepo escalo salgo del hueco que me construí, no sin antes llenarme de ese lugar de sentir su olor de ver su oscuridad, para recordarlo, hay que recordar, siempre recordar lo malo para tener en claro que a ese lugar no quiero volver, superar no significa olvidar. Poco a poco la esperanza renace y se hace presente, es el fruto de tanto dolor una madures impensada y una visión distinta. El valor que se otorga a la vida es otro. Lograr romper con el blindaje que le hacemos a nuestra vida. Amar con el corazón y con el alma. Fertilizar la amistad a diario. La amistad es el regocijo mas grande el jubilo soñado. Mi necesidad imperante de compartir, de ser dos, de reír en conjunto y de hacer feliz porque así, yo soy feliz.

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